jueves, 28 de mayo de 2015

EL PLANETA DE LOS SIMIOS — TIM BURTON

Afiche exótico por la presencia
del elemento simio exótico
El sorprendente y excéntrico realizador dirigió un filme difícil de calificar y que supone un extraño en su peculiar (y barroca) filmografía. No es malo, pero tampoco bueno. No agrada, ni acaba de disgustar. Bordea la decepción, que dudas en abrazar por respeto al conjunto de la obra de Tim Burton. Mas, efectuada la valoración de toda la epopeya, asumes que no era el indicado para rodar esta película.

Cuesta también definir su orientación, pues no acaba de decantarse por la acción, la reflexión moral sobre el maltrato animal, el racismo, la crisis del Estado del Bienestar, la especulación teológica, la ironía marca Burton o aun el homenaje a la película de Charlton Heston, superior a ésta, esencialmente porque, por suerte o intención, sí sabía qué quería contar y cómo.

Burton “termina tirando” por magnificar al Mal (el General Thade  —o Tim Roth—), que además ostenta vestuario más historiado y depurado que el de los monos de 1968. Hay más $. El espectador actual demanda calidad. Espectáculo a raudales. Según el Hollywood moderno.

Inevitable comparar los elaborados vestuarios de
este 'remake' con los disfraces del filme de 1968
La erección de un mundo simio, con sus divergentes arquitecturas (que siguen siendo concepciones humanas, pues realmente ni suponer podemos cómo serían en verdad de edificarlas primates), sus estructuras sociopolíticas, religiosas y demás, atraparon la viva imaginación del director..., casi como para descuidar al elenco humano, encabezado por Mark Walhberg, “héroe” que resulta indiferente al paladar.

Aparece porque… debe. Un humano debe promover el contraste empático a la medida propuesta. Pero Walhberg, al contrario que Heston, atraviesa la película inmaterial. Sin dejar apenas huella. Su personaje carece de carisma. Sus penalidades no te motivan, pues sabes que terminará triunfando salvado por las reglas de una ficción específica. Su compañera de fatigas, Estella Warren, es simple bibelot que impulsa al héroe del sombrero blanco (Walhberg) a realizar su proeza y quedar bien ante todos.

El violento y racista General Thaze promete jalarse
tu galaxia y a tu hermana si no le obedeces
Terminó el retrato humano. Por hambre de fotogramas, regresamos a la cultura simia y su gigantesco set que bascula entre segmentos de nuestra cultura y los bejucos por donde estos primates trepan, u oscilan, para emprender sus quehaceres. Su cuidado detalle delata qué pasión siente Burton por los malos. Porque en el planeta-simio Heston, los monos parecían funcionarios humanos con feas caretas hirsutas y vestuario maoísta. Imitaban del todo/completamente nuestras filias y fobias.

El planeta-simio Burton está mimado A TOPE. Les hace moverse de forma característica y adorna sus rituales de apareo. Toda esa parte “intelectual” del filme es decente, atrayente. Excita imaginar situaciones protagonizadas por simios, los extremos de su trato con una Humanidad inculta y sierva, llena de supersticiones que les subyugan más que sus velludos amos.

Estos supervivientes no durarían en el mundo
de Mad Max ni un fotograma
Mas, apenas empieza la leña, Burton desaparece. Sin llegar a ser torpes, sus escenas de acción (que parece debían primar) no electrizan, dejando insatisfecha nuestra catarsis que, esperando ver trepidantes luchas simio/humanas, confiaba desfogarse.

Siempre he hallado muy sugestiva la Zona Prohibida del planeta simio. Se intuye un vasto-vasto páramo que vete a saber quién/qué lo transita o domina. Los micos, pese a su aparente superioridad tecnológica, cultural y agrícola, semejan a los europeos de cuando Colón. Todo su lado del mundo estaba ampliamente conocido; pero más allá de las Columnas de HérculesZona Prohibida. Y también aquí nos quedamos a la orilla del inspirador erial, poblado por zarrapastrosos que parecen incapaces de rehabilitar una presunta HI/TECH pretérita, causante quizás de la Zona Prohibida y del cisma humanos/simios, u origen de su evolución andante-parlante.

"No, si yo salgo en esta peli por linda; no esperéis
más de mí, ¿vale?
"
Cuesta creer, repasando los grandes hitos de nuestra Historia, y sus impulsores, que no exista un Conan, o Genghis Kan, o Napoleón, entre las filas de tales mendigos. Todos permanecen gregarios tras las greguerías de Kris Kristofferson, que los lidera a la fuerza, según transparenta.

Nos da por pensar que, allí, más adelante, pasado el árido horizonte que alumbra ese día, pudiera haber algo que todavía no ha amenazado la civilización simia. Tal vez, tras una raja de cautivadora devastación tipo Tierra Maldita de Judge Dredd, exista contrapartida humana dispuesta a desafiar su non plus ultra para hallar un émulo simiesco y potencial enemigo que origine una guerra fría.

"¿Qué te dije que te pasaría si me desobedecías,
ummano?
"
Burton, sí, ajá, no parecía qué priorizar del filme. Tal vez pensase realizar una de sus sosegadas y exóticas parábolas irónicas llenas de angulosidades y truculencias de Nivel KER. Quizás los productores acabaron presionándole para dar un aire dinámico a la película, impulso que incomodaba a Burton, impidiéndole desenvolverse con su habitual soltura.

La insignificancia del repertorio humano parece confirmarlo, comparado con qué esmerado está el simio. Al final, su odisea 2001 al planeta simio acaba descompensada, recayendo todo su peso en la actuación de Roth, que sí parecía muy seguro de qué quería y cómo hacerlo, al extremo de martirizar implacable al dios de su especie con tal de tener, definitivamente, la razón y la fuerza en todo.